Test de Turing


El doctor Adams llevaba más de media hora acribillando con preguntas de diversa dificultad a la representación holográfica que se encontraba frente a él. El holograma era una figura translucida de una mujer joven, vestida con un simple vestido blanco. La expresión de su rostro y las señales kinésicas de su cuerpo no eran muy diferentes a las de cualquier muchacha en una situación similar, de la misma forma lo eran las respuestas que había dado hasta ese momento. Al lado del holograma se encontraba el doctor Williams, un distinguido académico con quien había cofundado el proyecto de Inteligencia Artificial General.

Era labor del doctor Adams determinar si la chica era, efectivamente, un ser humano o una muy buena simulación.

Luego de conversar sobre el clima, sus animales favoritos, recuerdos de infancia, preferencia política y la naturaleza del universo – Preguntas que recibieron respuestas dentro del rango de lo normal – Adams propuso una pregunta final.

– Cuando un hijo le preguntó a su padre, un judío ortodoxo de Brooklyn, si podía casarse con una chica católica su padre exclamo: ¡¿Casarte?! ¡¿Con Ella?¡ –  al hacer la pregunta el doctor Adams se aseguró de expresar disgusto con el tono de su voz, su expresión facial y su lenguaje corporal, de tal forma que la respuesta fuera más que obvia -- ¿Quiso el padre entonces que su hijo se casara con la chica, sí o no?

La representación holográfica de la joven se llevó las manos al rostro, de forma reflexiva y se mostró dudosa antes de finalmente responder.

–  Sí, él quería que su hijo se casara con ella  – dijo la chica, con toda la seguridad del mundo.

Esa respuesta le dijo al doctor todo lo que necesitaba saber.

– Es un hermoso programa Williams, eso es seguro, pero lamentablemente no ha pasado la prueba.

– Tendremos que repetirla en otra ocasión, con un modelo diferente  – respondió el doctor Williams.

Luego de asentir, Adams se puso su abrigo y dejo el laboratorio a través del largo pasillo. Si se hubiera detenido a voltearse habría visto como Williams y la chica sonreían entre ellos, como cómplices de un crimen del se habían librado de ser descubiertos.